Los últimos días he escuchado o presenciado muchas historias y “escenas” que me han hecho reflexionar.

¿Cómo estamos educando a los niños y adolescentes? ¿Qué sociedad estamos construyendo con el ejemplo que les damos? ¿Somos realmente conscientes de los mensajes contradictorios que les estamos enviando continuamente?

Con todo esto moviéndose en mi cabeza he decidido escribir este post, porque siento que lo necesito en pro de mi propia tranquilidad… ¡Necesito sacarlo de dentro! y tú eres libre de seguir leyendo si te apetece.

Antes de todo quiero aclarar que mi intención no es convencer a nadie de que piense o eduque a sus hijos bajo la misma filosofía que educamos en casa y tampoco busco juzgar o culpabilizar. Soy consciente de que cada persona hace lo mejor que puede con lo que tiene (con sus conocimientos, vivencias y creencias personales que marcan el estilo de educación que da a sus hijos o alumnos) y que ningún padre o profesor actúa explícitamente con la intención de hacer daño a los niños o adolescentes que tiene a su cargo. Somos humanos y no somos perfectos.

Dicho esto, comienzo a explicar lo que quiero compartir hoy. Veo continuamente padres que exigen respeto a sus hijos por medio de amenazas y gritos; profesores que afrontan problemas de agresiones físicas y verbales entre alumnos con amenazas, marginación y humillación; madres que dan un cachete a uno de sus hijos como castigo por haber pegado a su hermano o que no se respetan a ellas mismas (porque traspasan sus propios límites en pro de dar gusto a su hijo o con tal de evitar que llore) pero luego se quejan de que su hijo no las respeta.

¿Notas lo que hay de común en todas estas historias?
Tanto por un extremo como por otro…¿No te suena contradictorio?

nino-mirando

Lo mas irónico de todo es que creo que, la mayoría de adultos sin importar qué “filosofía” o estilo educativo tengamos, estamos de acuerdo en que los niños aprenden por imitación y que el ejemplo es un arma muy poderosa para enseñar habilidades de vida.

Usamos el ejemplo para enseñar “modales en la mesa” o para mostrarles cómo se debe “saludar” o “dar las gracias” a los demás. Sin embargo, cuando se trata de situaciones límite donde nos vemos desbordados o donde sentimos que hay una “falta grave”, nos olvidamos de todo e intervenimos de cualquier manera con tal de asegurarnos que la “mala conducta” pare de inmediato.

Yo me pregunto: Si para hacer que mi hijo se controle cuando está enfadado y deje de pegar a su hermano yo “actúo en caliente” y le pego o le grito… ¿Qué está aprendiendo ese niño sobre resolución de conflictos, comunicación y gestión de emociones?. Si para detener una situación de acoso escolar o bullying (donde un niño humilla, pega e intimida a otro) yo como adulto, uso la humillación y la amenaza…¿Qué está aprendiendo este chico sobre el respeto por el otro, autoridad, aceptación y empatía?

Si queremos que nuestros niños y adolescentes comiencen a respetar, comunicar, cooperar y ser autónomos tenemos primero que respetarles, escucharles, reconocer sus necesidades y permitirles explorar las consecuencias de sus errores.

abrazo-ninos-pequenos

Los castigos, las amenazas, los gritos y el miedo quizás detengan las conducta por un tiempo pero no enseñan a reflexionar o buscar soluciones, no enseñan auto-disciplina.

Para castigar el adulto tiene que pillar al niño haciendo algo “malo” ¿Y cuando el adulto no está? ¿Qué pasará con ese niño? ¿Estará preparado este niño para “portarse bien” incluso sin la
presencia de la “autoridad”? Y si se equivoca…¿Podrá este adolescente aceptar sus errores y reparar el daño?

No te confundas, nuestra casa no es “el mundo de Heidi”, en nuestra familia cometemos errores, perdemos los nervios, mis hijos se enfadan, lloran y se frustran, hacen ruido y se “rebelan” pero también nos pedimos perdón, nos aceptamos, nos enfocamos en soluciones, nos decimos te quiero, nos mimamos y sobre todo nos damos segundas oportunidades.

Por ultimo te  dejo un video que solemos poner en nuestras charlas gratuitas y ejemplifica muy bien el mensaje de este post