4 RAZONES POR LAS QUE NO QUIERO QUE MIS HIJOS “SEAN FELICES”

Cuando hablas con padres y madres y les preguntas ¿Qué es lo que deseas para tu hijo? ¿Qué te gustaría que tuviese en su vida? El 99.9% de ellos te dirán “que sea feliz”

Pues yo también lo dije en su momento y, después de mucho pensármelo y de varios años como Madre, debo decirte que he cambiado de opinión y hoy te explico algunas de mis razones.

Luego, en comentarios, te pido que compartas tu punto de vista sobre este tema y me ayudes a seguir reflexionado sobre ello.

MI OBJETIVO ES QUE MIS HIJOS NO SEAN FELICES SIEMPRE PORQUE…

1) La felicidad es adictiva:

La felicidad esta vinculada a una emoción que es la ALEGRÍA. La cual,  es algo que sentimos en nuestro cuerpo producto de un “subidón” de sustancias químicas como la “Dopamina” (Un neurotrasmisor interviene en los receptores del placer del cerebro y estimula a la persona a ir en búsqueda de todo aquello que le genera esa sensación)

¿Te suena esa búsqueda de placer? ¿Sabes con que otras cosas nuestro cuerpo produce Dopamina? Con las drogas, la comida, la aceptación social, “los likes” en las redes sociales…
¿Quieres que tu hijo busque ser feliz siempre? ¿Incluso si esto le hace ser adicto a cosas o personas?

2) Quiero que se conozcan y acepten tal y como son:

En un ambiente donde continuamente se persigue el objetivo de “ser felices”, rápidamente lo niños aprenden que no se permite sentirse de otra manera.

Comienzan a rechazar partes de ellos mismos que no se adaptan al “modelo” perseguido y eso hace que se sientan “dañados” o inapropiados.

Ninguna persona es capaz de permanecer “alegre” continuamente. Es un objetivo desgastante e irreal.

Así que ¿Qué puede pasar con un niño que crece pensando que ese debe ser su estado normal?
¿Crees que perseguir ese objetivo es justo y sano para él?

Pues lo mas probable es que este niño crezca con la sensación de rechazo y desconexión. Es decir, quizás oigas muchas risas pero seguramente no crecerá para ser un adulto plenos y feliz con el mismo.

 

3) Me gustaría que aprendieran de sus errores y no tengan miedo a equivocarse:

Si busco continuamente la felicidad, no asumo riesgos. Lo último que quiero es equivocarme, porque esto va reñido con las risas y las sensaciones placenteras de la vida.

El error no tiene cabida cuando busco una vida “perfecta” o cuando necesito encajar a toda costa para sentir placer.

Pero ¿Qué pasaría si enseñáramos  a nuestros hijos que los errores son oportunidades maravillosas para aprender cosas nuevas?
Quizás tomarían más riesgos, vencerían el miedo a innovar. Entonces, solo quizás   el mundo estaría lleno de más sueños cumplidos y menos personas “amargadas”.

 

4) Quiero que tengan herramientas para afrontar el dolor:

Cuando lo que más deseo en la vida es que mis hijos sean felices. Hago dos cosas

  • Por un lado, me esfuerzo todo lo posible para evitar que sufran. Oculto realidades, rescato de  frustraciones, doy sermones para evitar que comentan errores etc.
  • Por otro lado, hago todo lo que está en mis manos para que sientan alegría. Les compro todo lo que les hace ilusión, me siento mal cuando digo “no”, intento compensar mis errores o ausencias con cosas materiales o con pequeños “placeres”.

Con estás actitudes evito que aprendan de la vida y promuevo que crezcan creyendo que pueden hacer y tener todo lo que desean sin ninguna consecuencia o trabajo previo.

Una vez Jane Nelsen lo dijo muy claro en una conferencia “Nuestra labor como educadores o como padres NO ES HACERLES SUFRIR, PERO TAMPOCO ES RESCATARLES DEL SUFRIMIENTO”

Cuando tu hijo toma una “mala decisión” y tu le encubres, lo excusas o rescatas para que no sufra les haces un flaco favor.

Se que es muy duro, verles sufrir pero hemos de pensar que a través del dolor también aprendemos. Permitirles que sufran no implica que no puedas ser empatico y acompañarle en el sufrimiento.

 

Si mi hijo de 7 años se da cuenta, al llegar al colé, que se ha dejado los deberes en casa (un trabajo que ha hecho con mucho esfuerzo durante el fin de semana)

YO:

  • Me siento mal por él (porque realmente se esforzó haciendo el trabajo).
  • Le acompaño en su rabia, impotencia o tristeza.
  • Ofrezco darle un abrazo o le doy una mirada o caricia de aliento y compresión.
  • Respeto  sus tiempos para “volver a la calma”.
  • Incluso, si el quiere, le puedo ayudar a pensar una solución para intentar que esto no vuelva a pasar.

PERO NUNCA :

  • Me tengo que sentir culpable por la situación (por no habérselo recordado o por no haberlo cogido yo).
  • Le escribo una nota a la profesora para excusarle.
  • Vuelvo corriendo a casa para recoger sus deberes.
  • Le digo “ves… te lo dije”.
  • Le doy una hoja para que los vuelva hacer rápidamente.
  • Niego sus sentimientos con frases como “no pasa nada” o “tranquilo que son solo unos deberes”.
  • Le miento o miento por él para evitar  “líos”.

Lo primero es acompañamiento y empatía, lo segundo es rescatar y evitar el dolor.

Estas son algunas de las razones por las que mi objetivo como madre es que mis hijos no sean felices quiero que sean personas equilibradas y con una vida plena

Y para ello, no necesitan estar “sonrientes todo el tiempo”. Todo lo contrario, requieren:

  • Saber que la felicidad son pequeños momentos y valorar  la vida por el hecho de  estar llena de muchas otras cosas.
  • Sentir tristeza, miedo, rabia, asco, seguridad, curiosidad, culpa etc.
  • Ser capaces de darse cuenta como se sienten en cada momento, regular sus comportamientos y reconocer las cosas positivas que se esconden detrás de cada emoción (en nuestros talleres para niños hablamos sobre ello y sorprende mucho ver las caras de asombro, de padres y peques, cuando descubren que todas las emociones tiene “tesoros” y “peligros” escondidos).
  • Dejar de perseguir la felicidad fuera y concentrarse en cuidar el gran tesoro que cada uno lleva dentro y lo hace único.

Aquí termina mi reflexión de hoy, recuerda que me interesa mucho saber tu opinión sobre ello. Así que, deja tus comentarios y permite que crezcamos juntos.

Y si lo que quieres es comenzar un cambio, pásate por nuestro calendario de actividades o escríbenos a hola@impliquo.com para asesorías individuales o talleres/charlas privadas.

Un abrazo
Angie Joya.